Eva Guijarro Jareño, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja y Sixto González-Víllora, Universidad de Castilla-La Mancha
La Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible de la ONU incluye entre sus objetivos la “educación de calidad”. Para hablar de educación de calidad se deben considerar todas las asignaturas que conforman el currículo educativo. La educación física es una de ellas y debe tener la misma importancia que el resto.
La Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte de la UNESCO considera la educación física como un derecho fundamental. Es un área capaz de promover aprendizajes teniendo en cuenta la diversidad del alumnado con un enfoque inclusivo, atendiendo a todos los niveles de pericia motriz. En el ámbito español, la ley educativa afirma que esta asignatura es capaz de permitir el desarrollo integral, es decir, de los dominios físico, cognitivo, afectivo y social.
Pese a que habitualmente, y de forma injusta, esta asignatura es infravalorada, no se debe subestimar su potencial. Sin embargo, ¿por qué la educación física es una de las asignaturas favoritas y al mismo tiempo de las más odiadas?
Pese a que no existe una única respuesta, el nivel de competencia motriz del alumnado parece ser un aspecto clave en las emociones positivas o negativas que se generarán tras la participación.
¿Qué atrae de la educación física?
Durante años, la educación física ha priorizado el rendimiento físico y deportivo, con un marcado carácter competitivo, donde no todo el alumnado podía demostrar su potencial. Ese alumnado que no posee gran aptitud motriz ve cómo su cuerpo y motricidad están expuestos ante las miradas de sus compañeros y, a veces, a algunos comentarios que pueden ser hirientes. Esto puede conducir, incluso, a la evitación de la práctica en clase. Se tiene que educar en el respeto, por lo que el profesorado debe dominar estrategias didácticas para poder solucionar estos problemas o situaciones poco positivas.
Independientemente de sus características personales, todo alumno debe ser bienvenido a la asignatura, que debe perseguir el objetivo final del aprendizaje y adherencia de la práctica de actividad física a lo largo de la vida.
Diferentes expectativas, diferentes exigencias
Sin embargo, pese a que la participación se lleva a cabo en un mismo espacio y tiempo, ¿debemos tener las mismas expectativas sobre todo el alumnado y exigirles las mismas habilidades?
En nuestra opinión, no. El aspecto corporal debe ser el medio a través del cual se genere aprendizaje, pero también se deben favorecer otros aprendizajes (por ejemplo, habilidades comunicativas o deportividad). Una educación física basada exclusivamente en el aspecto físico estará restringiendo el potencial pedagógico de la asignatura.
Aunque la competición no tiene por qué ser negativa, cuando esté presente, debe orientarse a valores de esfuerzo personal y deportividad.
Favorecer las oportunidades de éxito
La motivación e implicación con su trabajo hace que el profesorado busque alternativas para favorecer el aprendizaje de todo el alumnado. Para ello, es necesario modificar el enfoque de la asignatura. Debemos dar prioridad a la calidad de las prácticas y hacerla más inclusiva. También fomentar que desarrolle hábitos y estilos de vida físicos y deportivos saludables para todos.
En este sentido, las áreas a tener en cuenta son:
Contenidos y orientación: algunas propuestas son los deportes alternativos (como Datchball o Goubak), la utilización de material autoconstruido o la enseñanza a través de modelos pedagógicos centrados en el alumnado (como el modelo comprensivo y el aprendizaje cooperativo). Además, es importante una orientación hacia el respeto a los diferentes ritmos de aprendizaje del alumnado, favoreciendo una progresión adecuada para que sean asequibles pero a la vez supongan un reto.
Objetivos variados e innovadores: no basar la enseñanza exclusivamente en lo físico (la fuerza, resistencia o velocidad), sino también incorporar aspectos cognitivos (resolución de problemas o creatividad), sociales (habilidades comunicativas, inclusión, respeto, priorizando aspectos propios de una cultura democrática, tratando de prevenir situaciones negativas como el acoso o ciberacoso) y afectivos (esfuerzo o motivación). ¿Qué habilidades deben tener un buen periodista o un analista deportivo? ¿Por qué no desarrollar dichas habilidades en educación física? También son interesantes los momentos de debate y reflexión sobre diferentes temas (dopaje, acoso escolar o culto al cuerpo).
Evaluación variada y formativa: que vaya más allá de la calificación mediante un test de condición física. Se deben evaluar aspectos como la deportividad, las habilidades comunicativas, la creatividad y el esfuerzo. Además, no solo debe evaluar el docente a los estudiantes, sino que también tiene cabida la evaluación entre iguales y la autoevaluación. Es importante que el alumnado, especialmente el menos habilidoso, sienta que se valora su esfuerzo personal.
Una educación física que rompe con las prácticas obsoletas, como la repetición de tareas descontextualizadas o la realización de pruebas de condición física sin preparación previa con el único objetivo de calificar, y que contempla objetivos variados tendrá el potencial de acoger a todo el alumnado, independientemente de sus características personales, creando una educación física para todos.
Eva Guijarro Jareño, Docente e investigadora., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja y Sixto González-Víllora, Profesor Titular de Universidad en Didáctica de la Educación Física y Pedagogía Deportiva, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.